El Sol empezaba a brillar y la mañana fresca del domingo fueron el marco perfecto para la bendición solemne de ramos. Las familias Comendadorenses se acercaron con sus ramas de naranja, limoncillo o palma, y recibieron el manto divino del agua bendita de manos del Padre Miguel.
Las ramas recuerdan la alabanza de los católicos en la entrada gloriosa de Cristo en Jerusalén y el color rojo que vestía el padre, evoca la sangre de la Pasión de Cristo y su condición de rey. La misa del Domingo de Ramos es una de las celebraciones más importantes de la Semana Santa y la Pascua; además de marcar el inicio de los siete días de recogimiento y celebración del milagro de la vida de Dios en la tierra, como siempre en este día el templo estaba abarrotado de personas que posiblemente sólo vienen este día a misa.